martes, 13 de diciembre de 2011

Analizando mi practica profesional


Analizando mi práctica profesional; concepciones, actitudes y relaciones

Dentro de mi práctica docente una de las cosas que en últimas fechas se ha convertido en algo de vital importancia es la reflexión sobre la misma, aunque en ocasiones no lo hago tan sistemáticamente siempre estoy pensando en los problemas y resultados surgidos de cada clase, pues es lo que complementa nuestra formación, ya que lo aprendido en la escuela normal solo nos muestra un deber ser, y eso no siempre es la realidad a la que debemos enfrentarnos, por lo que podemos concluir que es una buena manera de “contrarrestar la superficialidad de la formación académica” (como nos dice Perrenoud).
Dentro de las actividades realizadas en un día de clase me llaman más la atención aquellas donde los niños intercambian participaciones y métodos para la resolución de problemas y dilemas presentados en el salón de clase, donde los alumnos utilizan un lenguaje adecuado para ellos y construyen su propio conocimiento, sin el tecnicismo que en ocasiones utilizamos los maestros, aunque en ocasiones es necesaria la orientación del docente hacia el conocimiento. En lo anterior logramos encontrar lo expresado por Perrenoud sobre la “acumulación de experiencias de saberes”, donde el intercambio de estas dejan en el alumno un conocimiento realmente útil para su vida cotidiana. Como maestro esto me sirve bastante, pues en ocasiones yo mismo no sé cómo expresar algunas palabras de contenidos y los niños me enseñan cómo debo ayudarlos, para estar más preparado de acuerdo a las exigencias.
Durante este ciclo escolar he tratado de trabajar basado en este sistema y me ha dado excelentes resultados, pues después de dar las bases sobre algún contenido ellos construyen su propia forma de ver lo expresado por mí, y si algunos no comprenden otros ayudan a sus compañeros y de esa forma se encaminan más hacia una profesionalización temprana de saberes, donde están dando uso a lo que aprenden y yo como maestro puedo anexar a mi experiencia la forma en que ellos utilizan lo aprendido.
Uno de los problemas que más trabajo me ha costado enfrentar es el de la organización del tiempo, pues trato de obedecer lo recomendado por los planes y programas de estudio, pero como mencioné anteriormente una cosa es el “deber ser” y otra la realidad, pues constantemente debo de enfrentar el quehacer de las comisiones de una “profesión imposible” (según Freud), porque implica tareas muy complejas y sobro todo inacabables, pues al terminar una ya está esperando la otra. Personalmente debo enfrentar a diario la pérdida de un mínimo de 30 minutos diarios, para dedicarlos a la comisión de banda de guerra, que tampoco puedo descuidar, pues es parte importante de la formación de algunos alumnos y da una buena proyección de la escuela ante la comunidad. Todo esto me obliga a modificar mi planeación, adecuarla para que el tiempo previsto se reduzca. A veces para solventar este inconveniente necesito recurrir a la competencia autodidacta de mis alumnos, para que aprendan sin mi intervención, lo cual no siempre es posible, por lo que necesito más tiempo y en ocasiones los contenidos no quedan lo suficientemente claro, por lo que el retraso de minutos se convierte en horas, días y semanas. El problema se vive terminando el ciclo escolar, donde se terminan los “tiempos extra”
Como maestros debemos ser capaces de superar este y todos los problemas que se presentan dentro de nuestro trabajo docente, hay que innovar y trabajar en equipo, pues solos no podremos avanzar contra los aprietos que traen consigo los desfiles, kermeses, comisiones e incluso dificultades personales que no nos dejan cumplir con todos los días de trabajo que idealmente se expresa en los planes y programas.
Las competencias de un maestro deben girar alrededor de la reflexión sobre su propia práctica, pues si no somos críticos y analíticos no lograremos avanzar hacia una educación de mayor calidad.

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